Se abrieron las nubes, barrieron polvo y paja.
Pudrieron las sogas que apretaban mi garganta.
Volaron los puñales y cortaron mi mordaza.
Se batieron en aullidos las lobas de mi manada.
Ya no me dejo caer
Soy quién más sabe de mi.
Zarpazos marcan mi piel
que no dejo de sentir.
Recuerdos no grabados
se aferran a la esperanza.
Porque aún quiero saber
cuanto lograré sentir,
como ese viaje en tren
poniendo rumbo a Madrid,
enmarcando en mis retinas
carreteras secundarias.
Recorrí con pies quemados los suburbios de mi alma,
aguardando en silencio los gritos de la arrogancia.
No quiero perder el tiempo porque la ansiedad me gana.
Coger aire y sumergirme, no nadar entre dos aguas.
Ya no me dejo caer…
